Recientemente he tenido la oportunidad de leer el libro ACTIVA TU MÚSICA INTERIOR de JOSEPH J. MORENO, musicoterapeuta y psicodramatista, sobrino del conocido Jacob Levi Moreno, creador del Psicodrama. Me ha resultado muy interesante por lo que puede aportar a la labor de los musicoterapeutas en la utilización de las técnicas de improvisación musical.
El Psicodrama, según la Asociación Española de Psicodrama, es un método psicosociológico, que promueve la expresión del pensar, del hacer, del sentir, del cuerpo, de lo gestual,…, y que utiliza la acción y la escenificación principalmente, con una finalidad clínica, terapéutica, educativa, de intervención social, o simplemente de crecimiento y desarrollo personal, o como expresión cultural.
El psicodrama es, sobre todo, un método terapéutico holístico que posee un potencial ilimitado para integrar prácticamente todas las artes (drama, música, danza…). A pesar de que se crea que el psicodrama se debe realizar mediante dramatizaciones que principalmente giran alrededor de la interacción verbal, y aunque ésta sea la práctica más frecuente, no es una limitación inherente a él, y ésta no fue la intención de su creador. Moreno quería que la música tuviera una función activa y creativa, y que gracias a ello se realizara un retorno a modos más primitivos que probablemente estuvieron en funcionamiento en los albores de la experiencia musical.
La IMPROVISACIÓN como técnica es un elemento clave, y de unión, común a la musicoterapia y al psicodrama. Este elemento común de la improvisación expresiva personalizada en ambas disciplinas posibilita una maravillosa integración que permite que los participantes puedan activar su música interior.
Los musicoterapeutas no están entrenados como psicodramatistas y no deben realizar sesiones de psicodrama en su trabajo clínico, sin embargo, esto no les impide que puedan adaptar algunas de las técnicas del PSICODRAMA MUSICAL tal y como lo describe J. L. Moreno. El psicodrama musical se podría definir como la integración de la improvisación musical, imaginación guiada y música (GIM) y otras técnicas de musicoterapia en el tradicional psicodrama de acción. El núcleo del psicodrama musical está constituido por la improvisación musical psicodramática. El objetivo es crear, en cualquier momento, música improvisada para apoyar una gran variedad de emociones. La música está constituida, con mayor frecuencia, por sonidos expresivos completamente libres, sin ajustarse a ninguna norma modal, tonal o forma musical.

¿En qué sentido son complementarias estas dos disciplinas? Una primera conexión entre ambas es que la musicoterapia y el psicodrama son dos métodos de acción que directamente ven a los clientes como participantes activos de su propio tratamiento. La música tiene un lenguaje propio que es una forma de expresión alternativa e igualmente válida que la comunicación verbal. Es decir, el lenguaje musical y verbal son formas de expresión que pueden cambiar según las necesidades de cada momento. En el caso de la integración de la música y el psicodrama, los participantes de una sesión pueden pasar de la expresión verbal a la expresión musical según convenga.
Condon (1980) al estudiar los micromovimientos de las personas conversando, llegó a la conclusión de que cuando los oyentes escuchaban atentamente lo que se les decía, se movían en sincronicidad rítmica con el interlocutor. En efecto, en una conversación tiene lugar una danza rítmica que puede representar una forma de comunicación más básica que aquello que se expresa verbalmente. Esta conexión es una forma de engranaje rítmico, de pulsación común, que puede tener lugar entre objetos que vibran cuando están en estrecha proximidad. Así, se deduce que la comunicación eficaz se correlaciona con la conexión rítmica. En el psicodrama musical, frecuentemente, la música sirve de soporte y espejo a la interacción verbal. De este modo, el protagonista puede ser apoyado musicalmente mientras está conversando, y además, puede conseguirse una mejor expresión rítmica. En efecto, la palabra y la música, cuando van unidas, aumentan las conexiones rítmicas de los participantes y tal vez tengan un efecto positivo en el grado de participación y comunicación.
En el proceso de integración de música y psicodrama se utilizan frecuentemente diversas técnicas de musicoterapia que operan en sus propios términos, tal y como se realizarían en una sesión de musicoterapia. Entre éstas se incluyen técnicas como el espejo musical o el modelado musical que son intrínsecamente musicales e intrínsecamente psicodramáticas; a éstas, se añaden el cambio de rol musical, el diálogo musical, expresión musical de contradicciones internas, el doble musical, la silla vacía musical y el monodrama, etc.
La música y el drama están profundamente conectados, cultural e históricamente, tanto en las tradiciones de la música y la sanación, así como a través de los estrechos lazos de la música como soporte de formas teatrales, como teatro dramático, películas, óperas, y otras disciplinas.
La musicoterapia y el psicodrama constituyen un excelente soporte para el desarrollo de la espontaneidad y la desinhibición en la expresión de los sentimientos. Cuando están integrados, música y psicodrama, permiten realizar nuevas y maravillosas posibilidades terapéuticas.