Musicoterapia en Barcelona

Conoce la musicoterapia como intervención terapéutica. Talleres, sesiones individuales y grupales en la infancia, adolescencia, adultez y tercera edad.


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Taller de música para terapeutas y educadores en L’Alzina de Collbató (Barcelona)

Os presento un nuevo taller de música para terapeutas y educadores, esta vez cerquita de Barcelona, en un entorno privilegiado, Collbató, población situada en el Parc Natural de la Muntanya de Montserrat.

Para todas aquellas personas que estéis interesadas en la música, es la oportunidad de que os podáis regalar un día de diversión, tranquilidad y música en plena naturaleza, al que también os podrán acompañar los más pequeños/as de la familia, ya que se abrirá de forma paralela un espacio de juego y música para los niños/as que os acompañen.

Toda la información la podéis encontrar aquí:

Taller de música para terapeutas y educadoresOs esperamos!

 

 


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Musicoterapia y Psicodrama Musical

Recientemente he tenido la oportunidad de leer el libro ACTIVA TU MÚSICA INTERIOR de JOSEPH J. MORENO, musicoterapeuta y psicodramatista, sobrino del conocido Jacob Levi Moreno, creador del Psicodrama. Me ha resultado muy interesante por lo que puede aportar a la labor de los musicoterapeutas en la utilización de las técnicas de improvisación musical.

El Psicodrama, según la Asociación Española de Psicodrama, es un método psicosociológico, que promueve la expresión del pensar, del hacer, del sentir, del cuerpo, de lo gestual,…, y que utiliza la acción y la escenificación principalmente, con una finalidad clínica, terapéutica, educativa, de intervención social, o simplemente de crecimiento y desarrollo personal, o como expresión cultural.

El psicodrama es, sobre todo, un método terapéutico holístico que posee un potencial ilimitado para integrar prácticamente todas las artes (drama, música, danza…). A pesar de que se crea que el psicodrama se debe realizar mediante dramatizaciones que principalmente giran alrededor de la interacción verbal, y aunque ésta sea la práctica más frecuente, no es una limitación inherente a él, y ésta no fue la intención de su creador. Moreno quería que la música tuviera una función activa y creativa, y que gracias a ello se realizara un retorno a modos más primitivos que probablemente estuvieron en funcionamiento en los albores de la experiencia musical.

La IMPROVISACIÓN como técnica es un elemento clave, y de unión, común a la musicoterapia y al psicodrama. Este elemento común de la improvisación expresiva personalizada en ambas disciplinas posibilita una maravillosa integración que permite que los participantes puedan activar su música interior.

Los musicoterapeutas no están entrenados como psicodramatistas y no deben realizar sesiones de psicodrama en su trabajo clínico, sin embargo, esto no les impide que puedan adaptar algunas de las técnicas del PSICODRAMA MUSICAL tal y como lo describe J. L. Moreno. El psicodrama musical se podría definir como la integración de la improvisación musical, imaginación guiada y música (GIM) y otras técnicas de musicoterapia en el tradicional psicodrama de acción. El núcleo del psicodrama musical está constituido por la improvisación musical psicodramática. El objetivo es crear, en cualquier momento, música improvisada para apoyar una gran variedad de emociones. La música está constituida, con mayor frecuencia, por sonidos expresivos completamente libres, sin ajustarse a ninguna norma modal, tonal o forma musical.

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¿En qué sentido son complementarias estas dos disciplinas? Una primera conexión entre ambas es que la musicoterapia y el psicodrama son dos métodos de acción que directamente ven a los clientes como participantes activos de su propio tratamiento. La música tiene un lenguaje propio que es una forma de expresión alternativa e igualmente válida que la comunicación verbal. Es decir, el lenguaje musical y verbal son formas de expresión que pueden cambiar según las necesidades de cada momento. En el caso de la integración de la música y el psicodrama, los participantes de una sesión pueden pasar de la expresión verbal a la expresión musical según convenga.

Condon (1980) al estudiar los micromovimientos de las personas conversando, llegó a la conclusión de que cuando los oyentes escuchaban atentamente lo que se les decía, se movían en sincronicidad rítmica con el interlocutor. En efecto, en una conversación tiene lugar una danza rítmica que puede representar una forma de comunicación más básica que aquello que se expresa verbalmente. Esta conexión es una forma de engranaje rítmico, de pulsación común, que puede tener lugar entre objetos que vibran cuando están en estrecha proximidad. Así, se deduce que la comunicación eficaz se correlaciona con la conexión rítmica. En el psicodrama musical, frecuentemente, la música sirve de soporte y espejo a la interacción verbal. De este modo, el protagonista puede ser apoyado musicalmente mientras está conversando, y además, puede conseguirse una mejor expresión rítmica. En efecto, la palabra y la música, cuando van unidas, aumentan las conexiones rítmicas de los participantes y tal vez tengan un efecto positivo en el grado de participación y comunicación.

En el proceso de integración de música y psicodrama se utilizan frecuentemente diversas técnicas de musicoterapia que operan en sus propios términos, tal y como se realizarían en una sesión de musicoterapia. Entre éstas se incluyen técnicas como el espejo musical o el modelado musical que son intrínsecamente musicales e intrínsecamente psicodramáticas; a éstas, se añaden el cambio de rol musical, el diálogo musical, expresión musical de contradicciones internas, el doble musical, la silla vacía musical y el monodrama, etc.

La música y el drama están profundamente conectados, cultural e históricamente, tanto en las tradiciones de la música y la sanación, así como a través de los estrechos lazos de la música como soporte de formas teatrales, como teatro dramático, películas, óperas, y otras disciplinas.

La musicoterapia y el psicodrama constituyen un excelente soporte para el desarrollo de la espontaneidad y la desinhibición en la expresión de los sentimientos. Cuando están integrados, música y psicodrama, permiten realizar nuevas y maravillosas posibilidades terapéuticas.


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La música como meditación

En su libro “Entre meditación y psicoterapia”, Claudio Naranjo ofrece un capítulo dedicado a la música como meditación.

No sólo puede una audición de música volverse meditación mediante un esfuerzo deliberado y  a través de una técnica especial; podemos decir también que la escucha óptima de la música YA es meditación, por cuanto implica dejar a un lado el “yo mundano” de uno, una intuición implícita de contenido espiritual en la música y cierta identificación con la misma.

El autor muestra algunos medios a través de los cuales podemos conscientemente experimentar con la escucha musical, a fin de actualizar sus posibilidades espirituales, sugiriendo una variedad de experiencias de audición. No significa esto que hayamos de usar la música como sustitutivo de la meditación silenciosa; la música ha sido considerada por algunos maestros espirituales como algo de lo que no se debe abusar ni darle prioridad en el entrenamiento de la mente. Según sus palabras, “la meditación con música debe considerarse como la sal y la pimienta de la meditación más que su pan y mantequilla”.

Una clase específica de meditación relacionada con la música es la que descansa en la equiparación del sonido con lo divino (en el sentido más amplio de la palabra). Según Claudio Naranjo, “conviene comenzar la exploración de la música como vehículo devocional, escuchando el sonido mismo más que las composiciones musicales”. Propone, como comienzo de exploración, este ejercicio: meditar en lo divino escuchando aguda y sutilmente el sonido de la profundidad de los propios oídos.

Quienes lleven a cabo este ejercicio probablemente estarán interesados en explorar otra práctica hindú que implica no sólo escucha sino también emisión de voz: cantar la sílaba om para evocar lo sagrado; cantándolo en el registro más grave posible (evocador del más amplio espacio) y de modo tal que se generen tantos armónicos como sea posible (evocadores de la densidad vivencial).

Cuando meditamos mediante el sonido en la escucha de la música propiamente dicha, considera que la mejor práctica recomendable para un occidental puede ser la de la escucha de la música hindú clásica, que se despliega en la presencia siempre permanente de la tónica (interpretada por el tambura, un correlato musical a la presencia de lo divino).

Avanzando un paso en el aprovechamiento del potencial más específico de la música, podemos trasladar ahora nuestra atención de la escucha de lo divino “en general” a la escucha de ciertos atributos espirituales reflejadas en composiciones específicas. Este aspecto de la música es bien conocido en la cultura hindú, donde cada raga tradicional (una secuencia de sonido que constituye la estructura melódica seminal de cualquier composición) tiene relación con cierto ángulo del sol sobre el horizonte y con un estado interno concreto. Sin embargo, nuestra propia herencia musical es rica en expresiones de la más alta conciencia. Lo que Bach representa en la historia musical del mundo no puede separarse de lo que representa en la historia de la expresión de lo sagrado.

Claudio Naranjo recomienda la utilización de la música occidental (tanto la música sacra como la profana) como medio para concentrarse en lo divino. Desde Bach (como intuición de la “música de las esferas” o “música del macrocosmos”), hacia Beethoven (relacionado con la encarnación y lo terrenal, la música de la experiencia humana) y llegando a Brahms (expresión del equilibrio, de la “madre universal” y del amor materno, síntesis perfecta entre el espíritu clásico y romántico).

Hemos tendido a considerar la música como “mera música” y a sus compositores como “meros músicos”, cuando el hecho es que la música es un puente en potencia entre un corazón que logró encontrarse a sí mismo y el corazón del oyente. Quizás la música no sería tan importante como ha demostrado serlo a lo largo de la historia humana, si no constituyera una especie de alimento espiritual y una oportunidad para estados mentales valiosos.


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«Que nada te distraiga de la vida, ni pasado ni futuro»

Os dejo una nueva Contra de La Vanguardia.
Esta vez entrevista al guitarrista Pat Martino. Ha visitado Barcelona unos días, donde ha ofrecido una master class en Taller de Musics. Recomiendo la lectura de esta entrevista a músicos profesionales, musicoterapeutas, comprometidos estudiantes de música, aficionados, para los que están en el proceso inicial de acercamiento a ritmos, notas u acordes, para aquellos que les gusta escucharla de vez en cuando, para melómanos o amantes de la música, o aquellos que en estos momentos se encuentren peleados…  para todos los que la música forma parte de su vida de una manera u otra, esta es una contra llena de sabiduría de música y de vida. Nos habla de la importancia de aprender a crear jugando (tantas veces olvidada en los estudios de música y en lo profesional), permanecer presentes, no interrumpirse a cada momento, confiar y vivir plenamente, la magia y la paz de la música…
Personalmente, destaco dos frases. «La guitarra es sólo un utensilio de la música». Y los músicos, añadiría yo.
«Disfrutar del momento es disfrutar de la vida, es todo lo mismo: vida, música, el cafecito… es plenitud».
Que la disfruteis!

 

Tengo 70 años, cada vez me siento más separado de ese vehículo envejecido que uso para la vida. Soy de Filadelfia. Me he casado tres veces. No tengo hijos. Republicanos y demócratas son dos extremos de una misma política. El amor es la forma espiritual más elevada y común.

Sólo verlo supe que su elegancia no era sólo externa, está en cada uno de sus gestos y en su alma. Habla desde una profundidad poco habitual y con absoluta desnudez. Guitarrista de jazz de fama mundial, con más de 25 discos publicados, perdió la memoria a causa de un aneurisma a los 36 años. Ya no recordaba ni un solo acorde, pero volvió a aprender como lo había hecho de niño, como si la guitarra fuera un juguete. “El pasado no existe, no tiene sentido para mí. Y el futuro no existe todavía, lo único que tiene sentido es ahora. Tampoco hay ni principio ni fin, no creo en la línea recta, si juntas sus extremos se convierte en un círculo”. Ha dado una master class en el Taller de Músics.

¿Qué sabe de usted?

Todo lo que sé lo aprendí antes de que interrumpieran mi flujo creativo.

¿Quién, cuándo…?

El niño crea y produce libremente hasta que aparecen los padres, le interrumpen y le dicen lo que debe hacer. Lo hacen para protegerle, para ayudarle a sobrevivir en nuestro sistema, para enseñarle la responsabilidad.

Habría que volver a planteárselo…

En la vida esa interrupción del flujo creativo es constante. Yo detuve ese proceso y pude crear jugando, con plenitud. Muchos estudiantes de música vienen a pedirme consejo sobre el ritmo, y les digo que si quieren aprender deben encontrar su propio ritmo, que tiene que ver con cómo pestañeas, cómo te late el corazón…

¿Usted ha tenido dos vidas?

Desde mi operación, a los 36 años, que me dejó sin memoria, me es difícil hablar de esto, porque de una manera muy física sentí que el pasado y el futuro no existían. Todo es ahora, y ya no permito que esos conceptos, pasado y futuro, me distraigan de la vida, que es ahora.

Y antes de la operación, ¿no lo veía así?

Todo era competitividad, hacer currículum. Era como una película de vaqueros en la que el pistolero cada vez que acierta en el blanco hace una muesca en su pistola.

Entiendo

Pero aprendí mucho en ese tiempo, me perfeccioné en el uso de la guitarra: hasta que el instrumento se convirtió en mi segunda naturaleza. La guitarra es sólo un utensilio de la música.

¿Después de la operación no recordaba nada del pasado?

Nada. No sabía que era músico, ni tampoco sabía tocar la guitarra. Fueron ocho años de recuperación, un proceso lento y doloroso. A medida que pasaba el tiempo mis pensamientos de suicidio se hacían más recurrentes.

Vaya… ¿Y cómo salió de ahí?

Decidí concentrarme en mi juguete de la infancia, la guitarra.

Consiguió recuperar su vida.

Nací con un aneurisma que se fue complicando. Antes de operarme probaron muchos tratamientos: medicamentos fortísimos, electroshocks, celdas de aislamiento… Recuerdo una vez que me encerraron en una cámara con una señora mayor que gemía de dolor.

La abracé, nos abrazamos durante horas, y comprobé que esa era la mejor medicina de todas las que nos habían dado. Lo probé con otros enfermos del hospital y siempre funcionó.

¿Qué pierdes cuando pierdes la memoria?, ¿tu vida?, ¿a ti mismo?, ¿tu seguridad?…

El equipaje, las maletas llenas de recuerdos que a menudo no sirven para nada.

Entonces, ¿por qué quería suicidarse?

Estaba invadido por un gran sentimiento de soledad. Y cuando te preguntas si el dolor (que era físico y espiritual) va a terminar y nunca termina, te planteas el suicidio como una forma natural de acabar con él. Pero pensar en él me ayudo.

¿Cómo?

Me obligó a tomar decisiones y a ver las cosas con distancia, y esa objetividad hace que los opuestos pierdan sentido: la felicidad y la infelicidad, lo bueno y lo malo. Hay un lugar detrás de la dicotomía, de ese vaivén de sentimientos opuestos en los que nos pasamos la vida.

Atrapados.

Sí, persiguiendo la zanahoria. Compramos cosas que nos hacen felices un rato, y vamos a por otras hasta que hallamos algo que no podemos tener y perdemos la felicidad. Pero no hay nada que tener ni nada que perder. Da igual de qué se trate: si pones tu atención, vives con plenitud.

La gente admira su voluntad para recuperarse, pero parece que su camino fue otro.

Hubo voluntad, pero la música seguía en mí, como ahora: largos vuelos, conexiones, dormir poco, cansancio, mal humor; pero subo al escenario y, de repente, la paz, no hay palabras para describirlo, es mágico.

¿Le contaron quién era y decidió volver a serlo?

Mi padre me explicó que él era el padre de alguien que tocaba la guitarra. Me enseñaba la carátula de mis discos y me los ponía una y otra vez. Yo odiaba ese sonido, esa música, porque necesitaba tiempo para pensar y recuperarme.

Quería paz.

Sí, y mi padre volvía a interrumpirme como cuando era niño. La música volvió por sí sola en el momento en que me abrí.

¿De nuevo el juego?

Después de la operación mi padre me decía que debía volver a ser una estrella, pero eso ya no me interesaba, sólo me interesaba estar en la magia de cada momento.

¿Y?

Me levantaba por la mañana, me tomaba un café, y la guitarra me llamaba la atención y la tocaba un poquito. Me tomaba otro café y la guitarra me seguía llamando la atención… Cuando se me enfrió el café es que ya estaba componiendo.

¿Así recuperó el gusto por la música?

Fue el gusto por ese momento de la mañana, ese momento de placer. Estoy hablando de sentimientos que te llenan por dentro. Disfrutar del momento es disfrutar de la vida, es todo lo mismo: vida, música, el cafecito… es plenitud.

¿Qué más ha comprendido de la vida?

Se puede ver a través de las máscaras. Si consigues estar más allá de los opuestos, percibes que cuando alguien se te acerca, se te acerca la vida. Saber apreciarlo me gusta.