Pedro de Casso, autor de Gestalt, terapia de la autenticidad (2009), escribe sobre Perls:
Si la Terapia Gestalt es ante todo, en palabras de Claudio Naranjo, la forma de hacer terapia originada por Fritz Perls, la pregunta acerca de las raíces de este tipo de terapia necesariamente nos remite a aquéllas en que pudo beber o inspirarse el propio Perls (1893-1970).
Las principales fuentes de las que Perls se nutrió a lo largo de su vida fueron:
- La filosofía neokantiana de Solomon Friedländer, en cuya teoría sobre la «indiferencia creativa» -basada en la complementariedad de los opuestos y la existencia entre ellos de un «punto cero» de equilibrio- iba a encontrar Fritz, en sus propias palabras, «un antídoto contra mi confusión y extravío existenciales».
- El psicoanálisis, a través de la que habría de ser su primera psicoanalista, y a la vez su primera introductora crítica al mundo del psicoanálisis: Karen Horney. Su tratamiento y ulterior formación psicoanalítica en Frankfurt, Berlín y Viena, de la mano de otros famosos analistas que le llevan a establecerse y mantenerse él mismo como psicoanalista ortodoxo por más de diez años, primero en Berlín y luego, huyendo de los nazis, en Sudáfrica, donde irá fraguándose su propia síntesis terapéutica.
- Particular importancia ejerció en él como terapeuta Wilhelm Reich, que habría de agudizar su conciencia de la importancia del cuerpo como factor de anclaje y expresión de los conflictos neuróticos.
- La «Escuela de la Psicología de la Gestalt» de Frankfurt (Köhler, Wertheimer, Kurt Lewin…) y las conclusiones de ésta en el estudio de los mecanismos de la percepción.
- Un contacto más episódico que sistemático con el movimiento existencial (Buber, Tillich, Scheler…) y con la fenomenología de Husserl. «Al menos me había compenetrado de una cosa: la filosofía existencial exige que uno tome la responsabilidad de su propia existencia», dice en su autobiografía, donde también califica a su terapia de «existencial», al lado de la Logoterapia de V. Frankl y la terapia del Dasein de Binswanger.
- Las nuevas corrientes filosóficas de su tiempo (fenomenología y existencialismo, sobre todo), y también a la nueva física cuántica y relativista, separándose así de las corrientes cartesianas, asociacionistas y mecanicistas.
- La concepción holística de Jan Smuts.
- El psicodrama de Moreno o los trabajos de Ida Rolf y Eric Berne.
- El contacto directo que tuvo con la filosofía oriental y la meditación Zen a lo largo de su estancia de dos meses en un «dojo» japonés. En los principios taoístas de integración de opuestos -Yin y Yang-, y la atención centrada en el presente y el valor del vacío propios del Zen, encontraría una confirmación amplificadora de posiciones ya anteriormente adoptadas por él en la misma dirección.
De esta forma, su enfoque terapéutico, firmemente encuadrado dentro del Movimiento de la Psicología Humanista o de Desarrollo del Potencial Humano surgido en California en los años 60 de la mano de Abraham Maslow, Alan Watts y Carl Rogers, entre otros, acaba asomándose así a la dimensión espiritual transpersonal, que estaba en germen en ese movimiento.